Esta listo un manuscrito?


A veces se tiene la sensación de que el manuscrito aún no está listo para dar el salto al papel impreso. En la actualidad, el camino entre la idea y el libro publicado parece más corto que nunca, pero eso no significa que sea más sencillo. Los escritores suelen atravesar esa nebulosa, esa duda constante, preguntándose si su obra está a la altura o si aún le falta algo.

La literatura en Argentina vive una paradoja, sobre todo en tiempos de incertidumbre económica. Los costos de producción, las dificultades para llegar a los lectores y la saturación del mercado son solo algunos de los obstáculos. Sin embargo, más allá de las cifras y las estadísticas, hay algo más profundo que muchos autores experimentan: la necesidad de conectar con su propia voz, de sentir que el texto está en su punto justo para salir a la luz.

En este contexto, uno de los mayores miedos al publicar es ese “no estar listo”. Y tal vez, no se trata de si el manuscrito es perfecto o no, sino de entender si realmente está cumpliendo con su propósito. Dice Mariana Enriquez, una de las autoras más aclamadas de los últimos tiempos: “La literatura es un acto de conversación. La clave es saber con quién se está hablando”. Si el manuscrito no ha logrado esa comunicación, puede que todavía falte un toque más de madurez, de claridad en lo que se quiere contar y cómo.

Es cierto que cada escritor tiene su propio ritmo, pero en un mercado como el argentino, donde la oferta parece no tener fin, es necesario ser extremadamente selectivo. Las editoriales independientes, que a veces se encuentran con una recepción positiva de los lectores, también enfrentan la cuestión de la distribución. Los costos de logística y la falta de infraestructura para llegar al público más allá de la ciudad, hacen que muchos textos se pierdan en el intento. Esto no quiere decir que no haya público para ese manuscrito, sino que ese público no siempre se encuentra de forma directa.

Para que el manuscrito se convierta en un libro exitoso, la clave está en la perseverancia y en la confianza de que hay un nicho esperando. En palabras de Selva Almada: “Las historias no necesitan estar predestinadas para ser grandes, solo necesitan ser contadas con verdad”. A veces, el problema no está en el manuscrito, sino en la falta de tiempo o recursos para darle el empujón. Aquí es donde la edición asistida y la publicación bajo demanda pueden convertirse en opciones válidas. A través de estos modelos, se puede probar si el público responde, sin arriesgar grandes sumas de dinero.

Si el manuscrito todavía no parece estar listo para la publicación lo mejor es compartir el contenido a lectores comprometidos y lúcidos y/o a editores profesionales dispuesto a revisar, ajustar, y, en definitiva, escuchar ese texto, y sus posibilidades. Realmente el texto tomará un formato enriquecido. En un país con tantos vaivenes como el nuestro, es fundamental ser consciente de que publicar es también el acto de  sostener las palabras en un contexto que pide a gritos nuevas perspectivas. El libro no solo debe estar listo para el público, sino también para las circunstancias, que hoy demandan voces claras.