El valor de la publicación de trabajos de investigación en formato libro, y su consecuente circulación comercial, es un tema que merece una reflexión profunda, especialmente en el contexto actual donde la inmediatez de la publicación digital y el acceso abierto a la información científica parecieran relegar al libro a un segundo plano. Sin embargo, el libro persiste como un formato con un peso específico, sobre todo en las humanidades y las ciencias sociales, aunque su camino hacia los lectores presente desafíos particulares, agudizados en el contexto argentino.
Si bien el paper científico, publicado en revistas indexadas, sigue siendo el principal vehículo de comunicación entre pares y un requisito fundamental para la evaluación académica, el libro ofrece un espacio distinto, una oportunidad para la expansión y la profundización que el formato de artículo no permite. Como diría Beatriz Sarlo, refiriéndose a la cultura en general, pero aplicable al ámbito académico, “la forma en que se transmite el conocimiento también es parte del conocimiento”. El libro, con su estructura narrativa más extensa, permite desplegar una argumentación compleja, presentar un panorama completo de la investigación, explorar matices y conectar diferentes líneas de pensamiento.
El valor intrínseco del libro de investigación reside en su capacidad para:
Profundizar el análisis: A diferencia del artículo científico, que suele centrarse en un aspecto específico de la investigación, el libro permite un abordaje integral del tema, incluyendo el desarrollo teórico, la presentación de datos, el análisis comparativo y la discusión de las implicaciones.
Llegar a un público más amplio: Si bien el público principal de un libro de investigación suele ser académico, el formato libro también puede atraer a lectores interesados en la temática, pero no necesariamente especializados. Esto contribuye a la divulgación del conocimiento y a la democratización del acceso a la investigación.
Construir un legado intelectual: Un libro publicado por una editorial de prestigio puede tener un impacto significativo en la trayectoria del investigador, consolidando su reputación y contribuyendo a la construcción de un legado intelectual duradero.
Generar un debate más amplio: El libro, al llegar a un público diverso, puede generar un debate más amplio sobre temas relevantes para la sociedad.
Sin embargo, la circulación comercial de los libros de investigación presenta sus propias dificultades, especialmente en un contexto como el argentino, donde el mercado editorial se enfrenta a diversas problemáticas, como la inflación, los altos costos de producción y las dificultades de distribución. A esto se suman las conocidas problemáticas burocráticas y presupuestarias que atraviesan las universidades argentinas, que a menudo limitan el financiamiento para la publicación de libros y dificultan la gestión de los trámites editoriales.
Público limitado: El público potencial de un libro de investigación es, por definición, más reducido que el de un libro de ficción o de divulgación general. Esto se traduce en tiradas más pequeñas y, por lo tanto, en precios más elevados.
Competencia del acceso abierto: El acceso abierto a la información científica, a través de repositorios digitales y revistas online, plantea un desafío para la venta de libros de investigación. Muchos lectores prefieren acceder a la información de forma gratuita en internet.
Canales de distribución específicos: La distribución de libros de investigación suele concentrarse en librerías universitarias, bibliotecas y plataformas online especializadas, lo que limita su visibilidad en otros circuitos comerciales.
Restricciones presupuestarias en las universidades: Las universidades argentinas, que suelen ser las principales impulsoras de la publicación de investigación, se enfrentan a menudo a restricciones presupuestarias que dificultan la financiación de proyectos editoriales y la difusión de las obras. Los procesos burocráticos internos también pueden retrasar o complicar la publicación.
En Argentina, la situación se complejiza aún más por las dificultades económicas y las particularidades del sistema científico, incluyendo las mencionadas trabas burocráticas y la escasez de presupuesto. Sin embargo, como nos recuerda Carlos Gamerro, «la buena literatura resiste a las crisis», y podríamos extender esta idea a la buena investigación. La persistencia del formato libro, a pesar de los desafíos, demuestra su valor como espacio para la reflexión profunda y la construcción de conocimiento. Encontrar estrategias creativas para su circulación, superando las barreras económicas y burocráticas, es una tarea fundamental para asegurar que las investigaciones lleguen a quienes puedan aprovecharlas, tanto dentro como fuera de la academia.