El espacio narrativo


La descripción siempre es clave en la mayoría de los textos literarios, y ahora vamos a hacer un ejercicio práctico usando una comparación con el cine.

Imagínense que al principio de una película la cámara se centra en la mirada de un personaje (que parece ser el principal) y ese plano se va abriendo según su punto de vista. Entonces, vemos su cara, cómo está vestido y, poco a poco, pasamos del primer plano al plano corto, al medio y llegamos a un plano general en el que vemos a toda la persona sentada en unas escaleras, y vemos que está en la entrada de un chalet. Incluso podríamos usar un gran plano general, con el que veríamos todo el chalet, incluyendo el jardín y hasta las casas de al lado. Así, fuimos del detalle concreto a lo general. De hecho, podríamos contextualizar aún más la imagen y subir con la cámara a vista de pájaro con un plano cenital que nos mostraría la casa del personaje en toda una urbanización. Seguro que les suena este recurso, es un final de película clásico. También lo vimos muchas veces al principio de una peli, o sea, desde el cenital hasta el primer plano del personaje, del cielo a la cara del protagonista, de lo general a lo concreto, como si la cámara fuera un narrador que elige la historia que va a contar como una máquina de gancho que escoge una vida y habla sobre ella, a veces hasta con una voz en off.

Todo esto es para contarles que cuando planteamos una historia o la presentación de un personaje, también hay diferentes «planos» desde los que podemos abordarlo literariamente. Así, si quieren contar la vida de un chico que vive, por ejemplo, en una urbanización de lujo en Luján, pueden empezar la historia enfocándose en él o, al contrario, dándole importancia al entorno. ¿Probamos?