Hay escritores que necesitan describir cada detalle externo de un personaje: cómo se peina, cómo se viste, qué marcas usa, cómo camina, sus gestos, etc. Otras veces, al personaje lo define su propia voz, lo que dice o lo que se guarda.
Los matices
Seguro escucharon alguna vez que un director de cine inseguro o no muy talentoso rellena con voz en off todo lo que no supo mostrar con la cámara. Si con su filmación, montaje y narrativa no logra que se entienda la historia, ahí hay un problema. De hecho, cuando los personajes tienen que estar constantemente explicando lo que hacen para que se entienda, o necesitan la muletilla de una voz en off para que el espectador los entienda… mala señal. De la misma manera, nos referimos a esos personajes de novela que, sin necesidad de mostrarnos al milímetro cómo son por fuera, nos dan muchísimos detalles de cómo piensan, sienten y se expresan. A veces descubrimos esa información en los diálogos. Otras, sin embargo, a través de las decisiones que toman y cómo se mueven en la trama, reaccionando de una forma u otra a los diferentes desafíos/problemas que el escritor les ponga.
La voz
Ahora, como les dijimos, nos centraremos en la voz. Para esto, vamos a preparar una conversación telefónica y, a partir de ahí, trataremos de sacar conclusiones sobre la trama y la personalidad de cada uno. Los dejamos con ellos para que se concentren en la lectura de los diálogos y así conozcan a los personajes a través de sus voces:
—Oye, ¿podés hablar?
—Sí, ahora sí, está en la ducha. Pero sé breve, Julio.
—Pensaba que te gustaba que no fuera tan breve.
—Dale, dejate de joder, no es el momento.
—Lo sé, Sonia, solo llamaba para saber si estás bien y, bueno, para saber qué decidiste.
—Bueno, ya sabés, bien no estoy. Solo quiero encontrar cómo escapar de acá. Estoy cansada de llorar. No puedo más, pero él dijo lo que haría si yo… O sea, ya sabés, debo luchar por mis… Mirá, te dejo, mejor hablamos en otro momento.
Acá vemos un claro ejemplo de cómo con poco se puede generar una situación en la que incluso podemos intuir cómo son los personajes y qué problema tienen. El lector más avezado ya habrá armado el rompecabezas en su cabeza y habrá imaginado posibles líneas argumentales que se deducen de este diálogo.
Vemos que hay una situación delicada, seguramente porque quien llama es su amante y ella solo puede atenderlo unos segundos, porque su marido está en la ducha. Que los dos sean prudentes es normal, pero ya entendemos que ella está pasando un mal momento por un matrimonio que no funciona. Julio parece buena onda, porque, aunque está preocupado por algo serio que le pasa a ella, intenta ponerle un poco de humor para aliviar la tensión. Así que, sin conocerlo mucho, asociamos a Julio con la luz, el humor, la ironía y cierta ternura. De ella podemos deducir que es una mujer fuerte que intenta superar una situación muy complicada. Adivinamos que su marido es pura oscuridad y que, de alguna manera, la hace infeliz. Podríamos hasta pensar que ella sufre maltrato, psicológico o físico, y que, a pesar de eso, no se va por miedo a que él se vengue y la ataque a través de sus hijos o algo así.
Desde adentro
Ya lo vieron. Con un breve diálogo, dedujimos muchas cosas interesantes sobre dos personajes que hablan y un tercero al que se menciona. Fortaleza, ternura, precaución, humor, preocupación, miedo… Esos sentimientos son poderosos para que los personajes avancen y serán el viento que necesitan sus velas para navegar bien o mal, superando los obstáculos que aparezcan. Generar ciertas sensaciones en el lector, que provoquen empatía o rechazo, es mucho más importante que saber con lujo de detalles cómo se ven o qué gestos hacen.
A partir de ahí, y como no avanzamos más en la conversación, solo quien escribe puede jugar con el lector y seguir la dirección que parece más obvia en la trama o, de repente, dar un giro y, al mismo tiempo, enriquecer a cada personaje con nuevos matices. Porque cada personaje tiene su propia voz, pero no olvidemos que, como pasa con la gente en la vida real, se puede modular, ser más grave, más aguda, hacer inflexiones, fingir o imitar otras voces… con lo que, al final, la voz de un mismo personaje puede ramificarse y llenarse de nuevas voces que aparecen a lo largo de la trama.