Encontrar el propio público como escritor es una parte fundamental, no solo para la publicación de un libro, sino también para la construcción de una carrera literaria con sentido. No se trata únicamente de escribir, sino de conectar genuinamente con aquellos lectores que resonarán con la obra. Esta búsqueda trasciende las estrategias de marketing; se centra en un entendimiento profundo de la propia voz y en la necesidad de compartirla con el mundo. Como bien expresa Selva Almada, una de las voces más destacadas de la literatura argentina contemporánea, «Escribir es una forma de estar en el mundo». Encontrar lectores es, en última instancia, encontrar a otros que comparten esa misma forma de habitarlo, una búsqueda de resonancia y pertenencia.
El primer paso crucial es el autoconocimiento. Antes de pensar en el público, el escritor necesita definir con claridad su propuesta literaria. Esto implica un viaje introspectivo para identificar el género en el que se inscribe la obra (novela, cuento, poesía, ensayo, etc.) y sus subgéneros (ciencia ficción, novela histórica, policial, etc.). Es importante también definir los temas recurrentes que permean la escritura (amor, pérdida, identidad, justicia social, entre otros) y reconocer el propio estilo: ¿cuál es el tono predominante (humorístico, serio, melancólico)? ¿Qué tipo de lenguaje se utiliza (coloquial, formal, poético)? Reflexionar sobre las influencias literarias, los autores que inspiran la escritura y las obras con las que se siente mayor afinidad, también contribuye a este proceso de autodefinición. Como nos recuerda Mariana Enriquez, maestra del horror contemporáneo, «las historias nos eligen a nosotros, no nosotros a ellas». Esta inmersión introspectiva ayuda a definir la identidad como escritor y a comprender qué tipo de lectores se sentirán atraídos por la obra, no desde una perspectiva comercial, sino desde una conexión esencial.
Con la propuesta literaria más clara, la investigación del mercado editorial se vuelve una herramienta útil, no como un fin en sí mismo, sino como un mapa que orienta la búsqueda. Un análisis de la competencia, observando a otros autores que escriben en el mismo género o sobre temas similares, investigando quiénes son sus lectores y qué estrategias utilizan, ofrece información valiosa sobre el contexto en el que se inscribe la obra. Estudiar las tendencias del mercado, buscando entender qué tipo de libros se están publicando y leyendo, y cuáles son las temáticas que despiertan mayor interés en el momento, también es importante para comprender el diálogo cultural en el que se inserta la escritura. La investigación de comunidades de lectores, procurando entender dónde se reúnen los lectores del género (clubes de lectura, foros online, redes sociales) y qué tipo de contenido consumen, completa este panorama. Esta investigación proporciona información valiosa sobre el público objetivo y permite identificar nichos de mercado específicos, pero siempre desde la perspectiva de encontrar una comunidad de afinidad.
Con la información recopilada, se puede crear un perfil de lector, una descripción detallada del lector ideal. Este perfil incluye características demográficas (edad, género, ubicación geográfica, nivel educativo), intereses, motivaciones, hábitos de lectura y consumo de información. A diferencia del concepto de buyer persona, que se centra en el comprador como consumidor, el perfil de lector se enfoca en la relación del lector con la literatura y los textos. Se busca comprender qué busca en un libro, qué lo motiva a leer, qué tipo de experiencias busca a través de la lectura. Este enfoque permite una conexión más profunda y significativa con el público. Como señala María Gainza, en su exploración de la vida y el arte en Buenos Aires, los lectores también construyen sus propias narrativas a partir de las que leen, creando un diálogo constante entre la obra y su interpretación. Este diálogo es el verdadero objetivo de la búsqueda del público.
Las estrategias para conectar con el público objetivo, como la presencia en redes sociales, el marketing de contenidos, la participación en eventos literarios, las colaboraciones con otros autores y bloggers, y la construcción de una lista de correo electrónico, se convierten en herramientas para facilitar ese encuentro, no en el objetivo principal. Se trata de generar espacios de diálogo, de compartir la propia visión del mundo y de encontrar resonancia en otros.
Considerando el contexto hispanohablante/latinoamericano, algunos puntos merecen atención. Escribir y promocionar la obra en español es fundamental. Tener en cuenta las referencias culturales y los intereses específicos de los lectores de cada país contribuye a una comunicación más eficaz. Utilizar los medios de comunicación y las plataformas online más populares en cada región amplía el alcance de la divulgación. La participación en ferias del libro latinoamericanas, como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la FIL de Guadalajara, ofrece oportunidades valiosas de contacto con el público y otros profesionales del sector. Como afirma Carlos Gamerro, «la buena literatura resiste a las crisis». Adaptarse al contexto, buscando estrategias creativas y eficaces, es esencial para alcanzar el público deseado.
Encontrar el propio público como escritor es un proceso continuo que exige tiempo, esfuerzo y dedicación. Implica autoconocimiento, investigación, planificación y la implementación de estrategias que faciliten el encuentro. Lo fundamental es conectar con los lectores de forma auténtica, construir una relación duradera basada en la afinidad y el diálogo. Como nos recuerda Samanta Schweblin, «escribir es una forma de exorcizar fantasmas». Encontrar lectores es compartir esos fantasmas, creando una experiencia colectiva y significativa, dándole un verdadero sentido al acto de escribir.