Encontrando las palabras justas


Últimamente se puso de moda no pensar mucho y así evitar usar las palabras correctas. Seguro que alguna vez escucharon o usaron esa expresión ridícula de «lo siguiente» para no buscar el superlativo adecuado, o simplemente por fiaca de pensar. «Era lindo, no, lo siguiente». ¿En serio no hay palabras en un idioma tan rico como el español para describir algo? ¡Claro que las hay! Pero eso implicaría buscar la palabra justa, y eso sería «complicado, no, lo siguiente». Por eso, queremos incentivarlos a que encuentren las palabras precisas para lo que quieren expresar.

El poder de una buena palabra: Ejemplos prácticos

Esa riqueza del lenguaje de la que hablamos nos invita a usar sinónimos, construir frases diferentes y explorar símiles o metáforas. Para mostrarles la diferencia, vamos a comparar dos versiones de un mismo texto: una escrita con poca dedicación y otra con la intención de cuidar cada detalle y buscar opciones que la hagan más atractiva para el lector.

Versión 1 (con lenguaje vago):

Luna corrió hasta la parada para pillar el bus justo cuando llegaba. No suele tener suerte, casi nunca suele pillarlo y tiene que esperar mucho rato hasta que llega el siguiente bus. Su amigo Juanjo le dijo de quedar no más tarde de las seis, con lo que, con un poco de suerte, logrará llegar a tiempo a la quedada. Necesita decirle algunas cosas sobre Lucas, de quien está muy pillada desde hace un año. Juanjo siempre le dice que se anime a hablar con él, que el “no” ya lo tiene, pero ella se muere de miedo por si él la rechaza. Aunque esa tarde todo será diferente, o eso piensa ella. Esa tarde a la cita con Juanjo también irá Lucas. Tras tanto tiempo de entrenamiento, se ha visualizado llegando hasta él en plan conquistadora y nada podrá detenerla. Pero la calle está cortada, un contratiempo que le crea nuevas dudas. ¿Será cosa del destino?, piensa mientras se agobia y mira por la ventanilla a una pareja que se besa con mucha pasión.

Versión 2 (con lenguaje preciso y expresivo):

Luna se mandó un pique para alcanzar la parada justo a tiempo. No suele tener mucha suerte con los bondis, casi siempre los pierde y tiene que esperar un montón hasta que venga el siguiente. Su amigo Juanjo le pidió que se juntaran a más tardar a las seis, así que, si tiene suerte, llegará a la hora. Luna necesita hablar con él sobre Lucas, el pibe que la tiene loca desde hace un año. Juanjo le aconsejó varias veces que se anime a hablarle, que el “no” ya lo tiene. Pero a ella le aterra que la rechace. Pero esta tarde va a ser diferente, o al menos eso se dice a sí misma. Esta tarde Lucas también va a estar en la juntada con Juanjo. Después de un año de gimnasio emocional, se siente con confianza para encararlo y nada la va a detener. De repente, el tráfico se pone pesado. Justo ahora que se había decidido, la calle está cortada, y eso la llena de dudas otra vez. Se pregunta si será una señal del destino, mientras suspira resignada y mira por la ventana a una pareja que se besa con una pasión que solo tienen los que recién se conocen.

¿Qué cambió en la segunda versión?

Básicamente, intentamos usar sinónimos, hacer las oraciones un poco más elaboradas y usar símiles un poco más interesantes y con algo de humor. Por ejemplo, en lugar de «corrió», usamos «se mandó un pique», que suena más vivo. Evitamos repetir «pillar» todo el tiempo. Para hablar de que está enamorada, usamos «la tiene loca». En lugar de «dijo de quedar», usamos «le pidió que se juntaran». Se trata de buscar la palabra que mejor exprese la intención de la frase. Hay muchos más ejemplos marcados en negrita en los párrafos. «Generar más dudas» suena mejor que «crear nuevas dudas».

También usamos símiles más divertidos y que evocan algo. Comparar la espera del colectivo con las llamadas a una operadora telefónica tiene más fuerza. Lo de «colgada como una percha» es un cliché, pero funciona mejor que un texto sin vida. Metimos alguna broma, como la del papá político y el miedo al rechazo. Usamos «gimnasio emocional» en lugar de «se ha concienciado» o «entrenado». Y jugamos con la idea de que la calle está «cortada», como si fuera una metáfora de su propia situación. Al final, al describir a la pareja que se besa, agregamos una reflexión sobre el amor y el deseo.

En conclusión: Dale una vuelta más a tus palabras

Con todo esto, queremos motivarlos a que, en lugar de ir por el camino fácil, le den una vuelta más a lo que escriben. Los buenos escritores releen, pulen y corrigen sus textos. Porque las cosas se pueden hacer bien, no, lo siguiente… ¡se pueden hacer mucho mejor!