Las muletillas: Esas palabras que sobran


En este artículo te vamos a hablar de algunas expresiones que usamos seguido, tanto al hablar como al escribir, pero que en realidad no son necesarias. Son las muletillas, esas «voces o frases que alguien repite mucho por hábito», como dice la RAE. Las usamos más por costumbre que por su valor real. A veces sirven para enfatizar algo, pero aportan tan poco que podríamos sacarlas sin que la oración pierda nada de significado.

Ejemplos que escuchamos por todos lados

El uso de estas muletillas, que nos hacen sentir más seguros al expresarnos, está por todas partes. Van desde las que buscan mostrar acuerdo o desacuerdo, hasta las que intentan cerrar un tema sin discusión. Por ejemplo, «qué querés que te diga» muestra desacuerdo o resignación. Otras, como «y fin», «y ya está» o «y ya», muestran que queremos terminar de hablar. A menudo se usa «y punto» para dejar claro que no vamos a cambiar de opinión.

Algunas muletillas van cambiando o evolucionando. A veces usamos el inglés para decir «OK», pero pronunciado como «ok». Para decir que algo está bueno usamos «ni tan mal», y usamos «random» para referirnos a algo improvisado o sin mucha preparación.

Pero hay dos muletillas que se usan casi en cada frase, sobre todo entre adolescentes y jóvenes: «en plan» y «rollo». Se usan para explicar cómo se hace algo o la actitud con la que se enfrenta una situación.

También tenemos las muletillas que cierran una frase, como «¿me entendés?», «¿verdad?», «¿sí o no?», «¿a que sí?», «¿no?», «¿sabes?», «¿sabes lo que te quiero decir?» y otras parecidas. En la mayoría de los casos son innecesarias, salvo que veamos que la otra persona no entendió algo. De hecho, a veces, aunque no sea la intención, pueden ofender al otro, que se siente como si estuvieran dudando de su inteligencia con tantos «¿me entendés?». Así que ojo con esas muletillas.

Pleonasmos y redundancias: Cuando repetimos sin necesidad

Además de las muletillas, también hay otras construcciones innecesarias. Un buen ejemplo son los pleonasmos, que hacen que una expresión sea redundante al agregar palabras de más. Seguro te acordás de expresiones como «todos y cada uno» (que ya implica que cada uno son todos), «subí arriba», «lo vi con mis propios ojos», «opinión personal», «viejo anciano», «ven aquí», «convivir juntos», «cállate la boca», «ambos dos» y muchas otras.

También está la redundancia, que es la repetición o el uso excesivo de una palabra, muy parecida al pleonasmo. De hecho, algunos autores los tratan como sinónimos. Cuando escuchás «volver a repetir», «me encanta mucho», «más mayor que» (en lugar de «mayor que») o «volar por los aires», estás frente a una redundancia.

En resumen:

Las muletillas son algo que no debemos usar mucho, porque empobrecen el lenguaje. Es cierto que ahora se busca lo rápido y fácil, pero usar las palabras correctas es mejor. Si nos esforzamos un poco, podemos evitar las redundancias y los pleonasmos, y sobre todo, aprender a expresarnos sin muletillas.